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Priorizar en ciencia

   Hace casi un mes salía a la luz la noticia en la que se informaba sobre la idea de lograr a través de técnicas de edición genética, crear especies extintas como el mamut lanudo o el lobo gigante. Por ejemplo, el titular de una noticia de RTVE decía: "Una empresa estadounidense presume de devolver a la vida a los lobos gigantes" (8/04/25). Se trata de la empresa Colossal Biosciences, quien en su página web informa de que aplicando las técnicas que permitan lo que tildan de "desextinción" (de-extinction) de especies, se lograrán efectos positivos para los ecosistemas.

   Por su parte, científicos como Lluis Montoliu (ya referenciado en este blog en alguna ocasión), investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Centro Nacional de Biotecnología y del Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Raras (del Instituto de Salud Carlos III) conoce en profundidad la edición genética. Ha escrito libros como Editando genes: recorta, pega y colorea (2021) y ha publicado recientemente un artículo en su blog en Naukas (Gen-ética) titulado "La ética de la desextinción de especies" (1/5/25). En él, aborda la cuestión y apela al debate sobre si esto traerá realmente beneficios o si por el contrario, será contraproducente para los propios animales modificados genéticamente y para los ecosistemas. La pregunta esencial es: ¿para qué?

    Por otra parte, Montoliu cuenta en una de sus conferencias, "Modificación del genoma humano. Hitos históricos" (youtube, 15/05/21), cómo ha ido evolucionando la edición de los genes (y explica que antiguamente al gen se le llamaba "factor") desde 1975 cuando se empiezan a sentar las bases de la ingeniería genética. El primer organismo modificado genéticamente comenta que fue una bacteria en la que se introdujo el gen capaz de producir la insulina humana. Posteriormente en los años ochenta, se empezó a poder modificar otros genomas (=conjunto de genes de un individuo o especie) de mamíferos como los ratones, algunos de estos ratones modificados ("ratones fluorescentes") han sido cruciales para estudiar los trasplantes de médula, afirma. A lo largo de la conferencia, nombra además a investigadores/as relevantes en el tema que ocupa, al mismo tiempo que va haciendo un recorrido por diferentes hitos en la historia de la edición genética. Por ejemplo, se detiene en el primer mamífero clonado en Escocia, la oveja Dolly- en el Instituto Roslin el 5 de julio de 1996- a la cual también cita en su blog en "De la oveja Dolly al mono Rhesus: una breve historia de la clonación" (16/1/24). Además, analiza los nombres que hay detrás de este suceso y ciertas "injusticias" que se dieron en otro artículo: "La otra cara de Dolly" (7/11/17). 

    En esta conferencia no todo son buenas noticias en ciencia porque como también explica en otro de sus libros, No todo vale (2024), la tecnología puede utilizarse para "construir o destruir." Así, menciona a las dos primeras humanas genéticamente modificadas, dos niñas mellizas chinas nacidas en 2018. Según el científico chino que lideró este hecho, He Jiankui, pretendía hacerlas insensibles al virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Este científico fue condenado posteriormente a tres años de prisión por haber llevado a cabo esta "intervención" de forma ilegal. El pasado año, en ABC digital,  se leía la siguiente noticia: "El padre de los primeros bebés modificados genéticamente retoma las investigaciones y asegura no estar arrepentido" (1/4/24).

    Montoliu habla en la conferencia de este hecho como una "irresponsabilidad, el haber trasladado la incertidumbre a seres humanos sin haber hecho las investigaciones adecuadas, pudiendo tener fallos orgánicos y sistémicos en cualquier momento de su vida". Y es que este biólogo, en su libro sobre las herramientas más actuales de edición genética, CRISPR (siglas de clustered regularly interspaced short palindromic repeats: repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas), apela a las interesantes e importantes oportunidades que estas herramientas pueden abrir para tratar algunas enfermedades, pero al mismo tiempo, explica las limitaciones que hay actualmente y también la importancia del consenso y de las normativas- difieren según los países-. Explica que en España, a día de hoy está prohibida la modificación genética de la descendencia (por la vigencia del Convenio de Asturias de 1997, artículos 13 y 18). Y la modificación de embriones humanos destinados a investigación se puede aceptar por la institución correspondiente siempre y cuando no se implanten, cuenta. Apela asimismo a dos principios importantísimos para aplicar técnicas científicas: seguridad y eficacia.

   E incluso en la charla informa sobre las corrientes transhumanistas, que defienden el hecho de emplear la tecnología disponible para mejorar y perfeccionar las capacidades de los hombres y mujeres (algo conocido como eugenesia): "Yo siempre digo, primero porque trabajo en enfermedades raras, que son tantos los millones de pacientes que padecen enfermedades que no tienen cura actualmente y que podrían beneficiarse en un fururo de esta tecnología que me parece hasta obsceno dedicar cualquiera de estas tecnologías en mejora genética o eugenesis" (Lluis Montolliu en Modificación del genoma humano. Hitos históricos", youtube, 15/5/21).

   De un modo similar, en su artículo sobre la desextinción plantea la cuestión de si tal vez lo primero sería dedicar los avances a proteger las especies actuales y evitar que se extingan. 

    Porque en la ciencia, como en la vida, hay prioridades. Aunque a la luz de los datos y la información, hay quien prioriza la cura de enfermedades y hay quien prioriza la eugenesis, hay quien prioriza el bienestar animal y el cuidado del planeta y quien prioriza intereses particulares. Hay quien utiliza la tecnología para mejorar la vida de las personas y quienes la utilizan para otros objetivos poco sensatos.

    La cuestión, parafraseando al científico citado, sigue siendo para qué llevarlo a cabo. O dicho sea de paso: para qué no.